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domingo, 3 de diciembre de 2017

El hombre que come crepas con vino.

Yo no siento culpa jamás.

Tengo miedo.

La gente se despide con un te amo por temor al olvido.

Nuestros fantasmas se esconden en los camerinos, aguardan un silencio.

Ahí todos quieren ser, no reparan en la idea de la constante presencia de la muerte.

Una mirada calla todo aquello que esperas que grite.

Una lágrima se esconde hasta el amanecer, ellos gritan de nuevo, corren, se esconden en la vida.

Todo siguió su curso mientras pretendíamos que las cosas podrían ser. 

Hemos abierto la puerta mientras se desdoblaba la gran actuación de las galaxias lejanas y los monstruos que no seremos. El asombro se apoderó de nosotros.

Las ideas no fluyen, no se en donde están.

Ojalá que no pudiera recordar tu sonrisa, ojalá que pudiera escribir más allá de ensaladas insufribles.

Pensé todo el día en mi misma.... quizás el frío me ha paralizado, quizás por ahí es motivo de todo aquello que no debería suceder, pero que debe pasar.

No importa cuanto llores, ni cuantos pretextos uses, no es menester mencionar el dolor de tu pasado, porque al final sigues siendo invisible. 

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