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viernes, 22 de agosto de 2014

Acá todo es personal

Estoy llena de amores platónicos… algunos dejaron de serlo hace años y ahora me pregunto ¿cómo les vería si se hubieran quedado en el imaginario?, y cuando respondo a esa interrogante reafirmo el deseo por tener amores platónicos. Sumergida en un libro de Alice Munro, nació la idea de quererle platónicamente.   
Las  bailarinas mantienen la vista en un punto fijo para no marearse y perder el equilibrio, así quisiera existir, en perfecto equilibrio; mi vida está tan llena de matices que dudo que pueda poder convertirme en un color neutro o en una bailarina que ejecuta perfectamente un acto.
Cada vez que me encuentro pensando en  cómo habría sido mi presente si yo hubiera dicho, hecho, pensado, dejado, gritado o aceptado todo aquello que hoy pienso, recuerdo las palabras de Sonia "¿podrías, por favor dejar de ser tan masoquista?", entonces me concentro un poco más en este pequeño descanso de lo que viene, porque quizás debo recordar que hace menos de un año  trabajaba haciendo carnicería humana,  (no puedo llamarlo de otro modo porque por desgracia en México solo es eso) y hoy hago algo que me parece tan distante de la visión que mucha gente tenía de mi, algunos incluso piensan que dedicarme a otra cosa que para nada tiene que ver con vivir “la vida ejecutiva” es señal de fracaso, aquí entra la subjetividad, ese eco que me acompaña desde el primer trimestre de esta bella decisión. Así camino un trayecto que al menos me tomará año y medio más, escuchando y a veces ignorando lo que se dice sin decir o lo que directamente me recitan o vociferan las personas que permanecen o las que transitan momentáneamente en mi camino, sí, me resulta molesto, entonces para poder entender el punto número uno, es decir, aquel (hasta parece mandamiento de la psicología)  que habla de la subjetividad, me doy cuenta de que yo hago lo mismo, de manera inconsciente, (siempre de  manera inconsciente, ¡Ja!, claro).


Y sigo pretendiendo no “tomarme nada personal”, pero me resulta tan complicado que quizás esa sea la razón de manifestar en sueños, de manera poco usual todo aquello que me guardo en la cabeza. Situaciones extrañas que se pueden palpar, escuchar, escribir o dibujar, en una especie de ejercicio sinestésico. Algún día quizás comparta uno de los sueños que he tenido, aunque por seguridad de mis personajes cambiaré el cincuenta por ciento de lo  manifestado como un Fragmento de media noche en mi cabeza.  

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