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lunes, 12 de febrero de 2018

Abuelito.

Estuve en un punto de vacío, de silencio, de ausencia, en él pude mirarme y mirarnos, nos encontramos.

En ese asco odie al Universo, después de la nausea el odio se transformó en agonía y en la muerte suspiró su último aliento una parte de mi narcisismo que no logro entender cual de todas sus configuraciones fue.

Entendí que es necesario esperar, también el tiempo esta vez jugó de otra manera, lo que parecieron horas habían sido segundos y quizás no era el tiempo, era su génesis.

Después, en el abismo nos miramos, viajamos, fuimos, salimos del Universo.

Ella estaba lejos esta vez.

El Tigre me devoró, antes de eso me mostró sus bellos y enormes ojos. 
Lloré por un minuto por la nostalgia, pero entendí que todos tenemos un camino que seguir, algunos tienen otro tipo de búsquedas, no les culpo, estamos en una era compleja que nos ha negado la existencia del ser.

Me cuestioné muchas cosas, mis devenires violentos pudieron ser mirados, examinados y espero también que exorcizados, pero creo que no, la violencia es parte de mi, lo que necesito es pensar hacia dónde y cómo.

Estaba en esa esquina del puesto de frutas, después estaba en esa cabina llena de acertijos del pasado de alguien más y luego estuve en ese momento del que había que despertar. 

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